Tal y como se ha hecho con nuestro sector (como en la mayor parte del ocio y turismo en España), la segunda semana de marzo suspendimos de forma indefinida nuestra actividad hasta que pase la pandemia en nuestro país. Y es que seguir a rajatabla las indicaciones de los gestores de la crisis se hace necesaria para minimizar consecuencias (especialmente las sanitarias) y dejarla atrás lo antes posible.

Más que nunca, el sufrimiento está muy cercano, familias con problemas económicos, de convivencia, desbordadas por la incertidumbre y en algunos casos lo peor, con personas que no pueden despedirse de sus seres queridos y viceversa.

Estos días hemos visto vídeos y mensajes en las que se nos recordaba que esta crisis nos servirá para valorar tantas cosas buenas que tenemos en nuestra vida. Por supuesto que el planeta en el vivimos es un tesoro (el más importante para la humanidad) y cuando podamos volver a la montaña nos daremos aún más cuenta de su belleza, del placer de respirar el aire limpio, sentir la brisa en nuestra cara, escuchar los sonidos de los pájaros, los ríos y las copas de los árboles en movimiento, o simplemente el poder “estar” en el medio natural. Ahora es momento de “estar presente” en la crisis para luchar contra ella con todas nuestras fuerzas y responsabilidad y también para imaginar cómo será nuestro reencuentro con la montaña cuando esto pase. Y también más que nunca y debido al largo “confinamiento”, este contacto terapeútico con la naturaleza se hará más necesario que nunca. Mucho ánimo

Cuando vamos al monte en invierno, la mayor pérdida de temperatura corporal suele producirse a través de la cabeza, los pies y las manos. Por ello, centraremos nuestras estrategias en proteger estas zonas. En el caso de la cabeza lo tenemos fácil, simplemente disponiendo de un buen gorro de invierno. Y para pies y manos es especialmente llevar siempre en la mochila los calentadores químicos que ocupan poco y al abrirlos pueden durar hasta 5 horas.

Empezar la actividad con los pies calientes se nos antoja imprescindible. Mientras vayamos en el coche, colocando las botas bajo el chorro caliente de la calefacción, nos garantizará un buen comienzo.

Cuando nuestras botas no tienen el suficiente aislamiento o grosor, o incluso si los calcetines no son los suficientemente gruesos, podemos fabricarnos unas plantillas con un parasol del coche. Son un buen aislante del frío y la humedad.

Y si encima se nos mojan los calcetines, podemos meter nuestro termo con bebida caliente dentro de ellos y así se secarán rápido. Si no tenemos bebida caliente pero disponemos de un hornillo, calentaremos una cantimplora con agua y a continuación la metemos en el calcetín bien cerrada. Y para mantener las botas secas y no muy frías, o incluso secarlas si se han mojado, el papel de periódico es infalible.

Si tenemos guantes pero no son impermeables y comienza a llover o nevar, podremos evitar que se mojen las manos con unos guantes de cocina. Eso sí, solo es recomendable usar este truco en las paradas, ya que hacerlo en pleno esfuerzo hará que sudemos y las manos se mojarán enseguida.

Cuando vayamos a usar poco las manos, solo para sujetar los bastones, las manoplas serán más adecuadas para mantener la temperatura. Y si no, unos guantes finos de seda bajo los principales, añadirán aislamiento sin apenas perder transpiración.

A veces tenemos dificultades para abrir un termo con los guantes. Poniendo una o varias gomas elásticas alrededor del termo, mejorará el agarre y así no tendremos que quitarnos los guantes. Un buen recurso para mantener más tiempo la bebida caliente es rellenarlo con agua hirviendo y vaciarla de nuevo antes de echar nuestra bebida.

Esperamos haber reducido tus excusas para no salir al monte en esta época. Que disfrutéis de la montaña invernal, siempre con prudencia y revisando antes de salir la previsión meteorológica.

Este verano (¡ay, qué lejos queda ya!) tuve la oportunidad de observar el firmamento durante dos horas con un super telescopio y un experto en astronomía. Era una noche despejada y el espectáculo era increíble. A través de la mano experta del guía (no os lo perdáis, Astroafición) pudimos observar Saturno con sus anillos, Júpiter con sus lunas, la Galaxia de Andrómeda, el Cúmulo de Hércules, estrellas dobles y muchas más cosas que soy incapaz de recordar ahora.

Durante las primeras observaciones con el telescopio no dejé de decir en voz más alta de lo que debiera «¡guauuuu!¡pero mira cómo se ve!¡qué pasadaaaa!». Luego ya me fui calmando, que mantener esa excitación durante dos horas es complicado. Fui pasando a una fascinación tranquila, casi contemplativa. Cuando terminó la observación me sentía completa, feliz.

Es curioso. Tenemos el cielo disponible para mirarlo todos los días de nuestra vida. ¡Y qué poco lo miramos! Tanto de día como de noche. Cierto es que la contaminación lumínica no ayuda a poder observar el firmamento nocturno. Aún con todo, tomar conciencia de lo que nos rodea es maravilloso. En esas dos horas el guía nos iba dando cifras de distancias, tiempo de existencia, y otros datos increíbles. Algunos tan básicos como que estamos viendo ahora la luz de estrellas que quizás ya no existen y que la tierra se mueve a 1.600 km/h.

Hoy he recordado esa experiencia al encontrarme con la palabra japonesa Yuugen en una meditación de Calm. Quiere decir «tomar conciencia de la belleza e inmensidad del universo». He leído también “conciencia del universo que produce respuestas emocionales demasiado profundas y misteriosas para explicarlas con palabras”

En contraposición, nuestro día a día es prosaico, lleno de tareas, objetivos y poco sentimiento de asombro. Y cuando lo hay suele ser negativo. Miramos poco alrededor, desconectados de lo que hay ahí fuera. Cuando digo ahí fuera no sólo hablo del cielo, sino también de la naturaleza que nos rodea, por ejemplo.

A mi me gusta pensar, en mi día a día, en lugares que despiertan en mi sensaciones de pertenencia a algo más grande que yo. Por ejemplo, el mar Cantábrico, algunos lugares del Pirineo… Pienso «ahora mismo el mar está batiendo esas rocas que tanto me gustan» «Aunque yo no esté ahí, las marmotas de los Llanos del Hospital seguirán haciendo de las suyas». No sé si eso es Yugeen, pero a mi me ayuda a sentir que no soy el centro del mundo, sino una pieza infinitesimal de algo mucho más grande, del que formo parte.

Me ayuda a sentir confianza en que la tierra gira sin que yo tenga que empujarla. ampliar perspectiva y sentir gratitud por la vida.

En el Pirineo existen cumbres y valles grandiosos y espectaculares. Pero hay un lugar que atrae de una forma especial la mirada y deseo de cualquier aficionado a la naturaleza. Se trata del Parque Nacional de Ordesa, coronado por el imponente Monte Perdido. Sus cuatro profundos valles (Ordesa, Añisclo, Pineta y Escuaín), están igualmente dominados por esta cima.

Lo peculiar de esta montaña es que sin ser la más alta de la cordillera, es la más venerada por el montañismo en toda la geografía española. Sin duda, el atractivo de cualquiera de los itinerarios de ascenso a través del Parque Nacional y las vistas desde su cima, lo justifican.

El Parque fue fundado en 1918 por el promotor Pedro Pidal*, si bien fueron los pirineístas franceses los que más aportaron a su protección con la difusión de fotos y escritos, ensalzando sus paisajes. La belleza de sus frondosos bosques, bulliciosos torrentes y profundos cañones ha sido ensalzada por ilustradores y naturalistas de todo el mundo. El primero en alcanzar su cima fue el historiador Ramond de Carbonières en 1797 que escribió “…del Mont Blanc es preciso ir a Monte Perdido. Cuando se ha visto la primera de las montañas graníticas, falta por ver la primera de las montañas calizas”. Y es que junto a sus vecinas Soum de Ramond o Pico de Añisclo y al Cilindro de Marboré forman “Las Tres Sorores”, el macizo calcáreo más alto de Europa.

La gran variedad de flora que atesora es motivo de estudio de numerosos científicos, destacando la tan protegida Edelweiss. Los bosques, liberados de la tala desde hace un siglo, se han desarrollado naturalmente y parece que nunca hayan visto un hacha. Y la fauna, encabezada por el majestuoso quebrantahuesos, completan uno de los patrimonios naturales más importantes del sur de Europa.

Monte Perdido es, entre otras cosas, un libro de Geología a cielo abierto. En él se pueden apreciar los plegamientos que hace millones de años se formaron al levantarse el fondo del mar.

A finales de agosto acometeremos en “Rutas por Montaña” la ascensión a Monte Perdido por una ruta sin dificultades técnicas aunque exigente en esfuerzo. Y además visitaremos los lugares más relevantes del Parque. ¿Nos acompañas?

Más información en info@rutaspormontana.es o en el 666 00 27 07

* Don Pedro Pidal, aristócrata y cazador, fue paradójicamente una importante figura del proteccionismo medio-ambiental en España. Dos meses antes de conseguir la declaración del Parque Nacional de Ordesa, había logrado asimismo la fundación del primer Parque Nacional de de España, el de Picos de Europa. Pero su popularidad se debe principalmente a que fue el primero en coronar el Pico Urriellu o Naranjo de Bulnes junto a Gregorio Pérez “el cainejo”.

Con este post nos sumamos a la “ola” de sensibilización” ante los peligros potenciales de la inminente “ola” de calor. Ahí van unos consejos para que nuestra actividad montañera en días soleados y calurosos sea placentera y exenta de riesgos.

Lo primero de todo, debemos tener en cuenta que nuestro cuerpo se protege del calor sudando y eliminando líquidos. Por ello, debemos protegernos antes de que aparezcan la fatiga, los calambres, la deshidratación y otras consecuencias aún peores. Aquí van unos consejos prácticos:

Deberemos en primer lugar planificar la ruta:

  • Previsión meteorológica: consultarla, especialmente la temperatura y la velocidad y dirección del viento.
  • Horarios: a ser posible evitando las horas de más calor.
  • Itinerario: buscando zonas boscosas, a sotavento y cara norte de los macizos, por lo general más sombríos.
  • Agua: hay que identificar los posibles puntos de aprovisionamiento e incluso llevar pastillas potabilizadoras.

La elección del material adecuado también es relevante:

  • Ropa: preferiblemente de colores claros, con gran capacidad de transpiración. No olvidar nunca el corta-vientos ya que en collados o lugares ventosos nos protegerá del riesgo de deshidratación, sobre todo si vamos a estar parados. Debemos cubrirnos la cabeza, con una gorra por ejemplo que incluso nos cubra la parte trasera del cuello. También importantes son los calcetines, que nos permitan buena transpiración y no nos provoquen rozaduras. Hoy en día ya los hacen incluso sin costuras y con tejidos anti-ampollas. Si la excursión es larga, nos vendrá bien un segundo par para cambiarlos y mantener secos nuestros pies.
  • Calzado: si el terreno no está embarrado o no vamos a cruzar largos neveros, será mejor usar calzado sin membrana impermeable (sin Goretex o similar).
  • Gafas de sol y crema solar: fundamentales, especialmente para protegernos de los rayos ultravioletas. A mayor altura, mayor exposición a la radiación solar por lo que elegiremos una crema con un alto “Factor Protector”, tanto de los rayos UVA como de los UVB. Estas precauciones deben ser aún mayores con los niños. Y también usaremos un lápiz labial o vaselina que nos mantenga bien hidratados los labios.
  • Manta térmica: siempre útil, ya que en ésta ocasión la cara dorada (colocada contra nuestro cuerpo) puede absorver el calor y la plateada (hacia afuera) repeler los rayos del sol.
  • Cantimplora o depósito para el agua: en este aspecto no debemos escatimar en peso, especialmente si en la ruta disponemos de poca sombra y pocas opciones de aprovisionamiento. Debemos evitar bebidas azucaradas y con cafeína ya que favorecen la eliminación de líquidos.
  • Comida: la fruta nos aportará sales minerales. No son convenientes los alimentos que deshidratan como la pasta o los frutos secos.

Pautas a seguir durante la actividad:

  • Beber agua con frecuencia. Incluso llevar sales y tomarlas a mitad de la excursión. También es conveniente refrescarse la cabeza, secándola con un pañuelo.
  • Paradas intermedias: realizarlas en lugares con sombra, resguardados del viento (ya que es un factor que aumenta la deshidratación) y a ser posible evitando lugares con nieve ya que ésta refleja la luz solar. Tratar de no prolongarlas en exceso, sobre todo si estamos expuestos al sol o al viento.
  • Estirar: de vez en cuando para evitar calambres y sobre-cargas.

Y como siempre, llevar el móvil bien cargado, el teléfono de emergencias de la zona, dejar avisado de nuestro itinerario, ir siempre acompañad@s, etc.

Hace unos años el entorno natural era el medio de vida de mucha gente. Sin embargo ahora es el medio de vida de unos pocos (la España vacía) y el ocio de muchos, ya que cada vez somos más las personas que nos acercamos a él para disfrutarlo.

Esta es una gran oportunidad para darnos cuenta de lo importante que es proteger el medioambiente. El hecho de visitarlo y conocerlo nos ayuda a comprender su valor y fragilidad.

Por lo general no cuidamos aquello que no conocemos, así que en Rutas por Montaña consideramos importante regular en vez de prohibir el acceso al medio natural. Así, podremos acercarnos a conocer la naturaleza y a entender la necesidad de protegerla.

Desde estas líneas, queremos hacer nuestra aportación al “civismo en montaña” con algunas pautas de comportamiento responsable:

  • Basuras: llévate de vuelta tu basura e incluso la que encuentres. Si ves grandes cantidades, haz fotos e informa a la oficina o centro de visitantes local. Recuerda discriminar los tipos de residuos cuando los eches a los contenedores (en la mayoría de las papeleras no se separan).
  • Ruido: hay que ser discreto en el monte por respeto a la fauna local y al resto de montañeros. También en el interior de los refugios, poniendo especial atención a los horarios de descanso.
  • Educación: permite pasar cuando venga alguien por detrás y viceversa, no avasalles cuando vayas a adelantar. Cede el paso a los que vienen cuesta arriba o cansados.
  • Niños: el contacto con la naturaleza será una gran herramienta para su educación integral. Intenta que no molesten a la fauna y respeten la flora.
  • Animales: no des ni dejes comida, incluso biodegradable, ya que puede ser perjudicial para la fauna local y el ganado. Lleva a tu perro siempre con la correa para no molestar a otros animales o personas.
  • Vehículos: transita despacio y sin la música puesta. Utiliza exclusivamente las zonas de aparcamiento habilitadas.
  • Fuentes: solo para beber agua. No la uses para refrescar los pies o lavar ropa o utensilios. Evita que tu perro chupe el caño de la fuente.
  • Normativas: y por encima de todo, cumple y haz cumplir las regulaciones y prohibiciones en los espacios naturales.

En una reciente excursión que estaba guiando, uno de los participantes me comentaba al final de la misma que había echado de menos un ritmo más elevado. Consideraba que la condición física de los participantes era superior al ritmo seguido y que podríamos haber caminado más rápido para llegar más lejos y hacer más kilómetros. Sin entrar a valorar la condición física del grupo, le expliqué que la filosofía de nuestras actividades no se centraba solo en realizar ejercicio físico descubriendo paisajes, sino que también poníamos valor en el mero hecho de “estar” en la naturaleza (en concreto en los entornos montañosos), escucharla, observarla, sentirla y aprender compartiendo conocimiento y experiencias con el resto del grupo.

Y es que en ocasiones nos dejamos llevar por el ritmo frenético que nos marca la agenda cotidiana, incluso cuando buscamos huir de ella o mitigar sus efectos.

Juanjo Garbizu, apasionado montañero, plasmó en su libro “Monterapia” su inquietud por esta creciente tendencia de pasar por el monte “deprisa”. Decía Juanjo que cada vez la gente pasa menos tiempo en las cumbres. “Y no me refiero solo, con todos mis respetos, a los que llegan corriendo, miran el cronómetro y se lanzan valle abajo. Tengo la sensación de que antes la montaña era más contemplativa, más reflexiva. Llegaba uno a la cima, se despojaba de la mochila, se sentaba y extraviaba la mirada en el vasto horizonte. Incluso mucha gente llevaba unos pequeños prismáticos y se entretenían reconociendo las cimas cercanas, dirigiendo su aumentada mirada hacia ellas. El vuelo rasante y cercano de un ave nos abducía sobremanera y el tiempo parecía detenerse en las alturas.”

Sin menospreciar la parte deportiva de las actividades en la naturaleza, de gran valor cuando se desarrolla desde el respeto, tal vez nos haga falta recuperar el disfrute de las montañas desde la perspectiva más sosegada. O al menos combinar ambas y que “alcanzar la cima” no sea el único objetivo.

Tras un inicio seco de la estación invernal, las cordilleras más altas de la geografía española por fin muestran de nuevo la nieve en sus cumbres. A pesar de “sufrir” unas condiciones meteorológicas más severas, los aficionados a la montaña no renunciamos a nuestra pasión en esta época del año. Por ello y para poder disfrutar de la actividad sin padecer del frío, hemos recopilado a continuación varios trucos y buenos hábitos que posiblemente alguna vez hayáis utilizado.

Antes de empezar la jornada debemos tomar un buen desayuno, no exento de calorías. Pero ojo, una digestión pesada perjudicaría nuestra circulación sanguínea y nos expondría aún más a los efectos del frío. Si digieres bien los ajos, mejor encurtidos para evitar problemas con el mal aliento, no lo dudes: son ideales para combatir el frío ya que mejoran la elasticidad vascular y la dilatación arterial. Y durante la actividad, es bueno tener a mano alimentos de rápida asimilación. Los dátiles por ejemplo, es el alimento con mayor índice de calorías. Y qué decir de la bebida caliente durante la excursión. En cualquier caso comer y beber con frecuencia evitará que nos deshidratemos y nos mantendrá con energía.

Para alcanzar el objetivo de mantener una buena temperatura durante la excursión, debemos abrigarnos pero sin pasarnos para no sudar. Es muy recomendable quitarnos pronto la capa exterior, quedándonos de capa superior con un chaleco que nos permitirá una buena transpiración. Y por supuesto no usar ropa de algodón que se humedece fácilmente.

Entre otras prendas, no olvides la manta térmica, tan útil en multitud de circunstancias. Con frío, pondremos la cara plateada contra nuestro cuerpo para reflejar nuestro calor y no perderlo.

Las gafas de sol o ventisca suelen empañarse si llevamos una visera. Para evitarlo, se puede echar mano de un spray para gafas de buceo o del truco casero de frotarlas por dentro con una patata y aclararlas a continuación.

Una buena organización del interior de la mochila hará que las paradas sean más breves, de agradecer cuando la meteo no acompaña. Para ello, es recomendable guardar la ropa y el material más pequeño en bolsas con auto-cierre. Al ser transparentes, nos será más fácil identificar el contenido y además protegeremos nuestro equipaje de la humedad. Por cierto que el móvil y la cartera conviene, por precaución, meterlos en una de estas bolsas. Para la ropa más voluminosa, sugerimos utilizar fundas de diferentes colores que nos ayudarán a reconocer mejor su contenido. Una medida adicional de impermeabilización de nuestro “equipaje”, es meter una bolsa grande de basura en la mochila cuando está vacía y a continuación toda la ropa. Incluso un trozo de una esterilla vieja rodeando la pared interior de la mochila, aislará aún más nuestros enseres. Además podremos usarlo de asiento en las paradas sin que nuestro trasero se enfríe.

Las pernoctas en una tienda o iglú (muy recomendable la experiencia) las haremos más románticas con una vela que además nos aportará luz y calor.

Y dejamos para nuestro próximo post la protección de manos y pies, nuestras zonas más sensibles.

Las condiciones climatológicas en esta época del año condicionan las prendas y material que debemos seleccionar al salir al monte. Incluso también afectará a la planificación de nuestra actividad, buscando en ocasiones recorridos por cotas más bajas, vertientes más soleadas o zonas más protegidas del viento.

Una correcta elección del material nos permitirá disfrutar con plenitud sin pasar penalidades ni tener que portear un gran peso. Así, como material imprescindible para protegernos del frío y demás inclemencias meteorológicas, destacamos el siguiente:

  • Botas de montaña (de caña alta) impermeables. En condiciones más extremas, por nieve y gran pendiente, se recomienda botas más rígidas y aislantes de alta montaña.
  • Calcetines gruesos de fibra térmica de poliéster o de lana merino.
  • Guetres o polainas para evitar que se nos cuele nieve dentro de la bota si vamos a andar por nieve de forma continuada.
  • Ropa técnica para las dos primeras capas, que seca y transpira con facilidad. Es importante sobre todo para la primera capa, la que está en contacto con nuestro cuerpo. Hay que evitar el algodón ya que al mojarse con nuestro sudor nos hace perder calor corporal.
  • Chaqueta con buena capacidad térmica (plumas o similar). Y con previsión de lluvia, impermeable que supere los 15.000 milímetros de columna de agua y con cierta capacidad de transpiración.
  • Braga/buff térmico para el cuello y gorro, ambos de forro polar. Guantes impermeables de montaña.

Aunque no se trate de material para resguardarnos del frío, también son importantes si vamos a caminar por nieve o alta montaña:

  • Crema solar con índice de protección 50+ a la radiación ultravioleta.
  • Gafas de sol con filtro de protección de al menos categoría 3.
  • Bastones robustos con recambio de rosetas para transitar por la nieve.

Y por supuesto el material habitual para actividades por montaña en cualquier época del año:

  • Manta térmica: la cara plateada refleja los rayos del sol o el calor corporal, mientras que la cara dorada lo absorbe. De esta forma, para aislarnos del frío colocaremos la cara plateada contra nuestro cuerpo (la dorada en el exterior) y para protegernos del calor y el sol pondremos la dorada contra nosotros.
  • Teléfono móvil con la batería cargada. Y tener anotado el teléfono de emergencias de la zona (guardia civil u otro cuerpo de rescate en montaña) o del refugio más cercano. No obstante siempre se puede llamar al 112 aunque no se disponga de cobertura.
  • Gorra: para protegernos del sol cuando no haga demasiado frío.
  • Comida: especialmente recomendada en esta época la que sea rica en calorías y de absorción rápida como barritas energéticas, frutos secos, chocolate, etc.
  • Agua: imprescindible ya que el viento también nos deshidrata. Es muy recomendable en invierno llevar bebida caliente en un termo.
  • Mochila: para excursiones de un día y poder meter todo el material anteriormente mencionado, debería tener una capacidad de entre 30 y 40 litros. Aunque la mayoría lo llevan, revisar que disponga de cubre-mochilas (capa impermeable para evitar que la mochila se moje con la lluvia).

Si somos propensos a pasar frío, una buena opción es llevar también calentadores químicos para pies y manos. Son económicos y se encuentran en la mayoría de las tiendas especializadas.

Esperamos haber aclarado dudas y haberte dado un empujón para que salgas a la montaña en cualquier momento del año. Eso sí, si la meteorología es muy adversa, mejor aplazar la salida.

La nieve hace que las montañas luzcan en invierno un rostro diferente. Hasta hace pocos años caminar por la montaña nevada solo era habitual en alpinistas y esquiadores de travesía pero la popularización de las raquetas de nieve abrió un sinfín de posibilidades a los aficionados al montañismo. Se trata de una actividad asequible a cualquier persona, ya sea deportista habitual u ocasional, tanto por la baja exigencia física como técnica. Además no requiere de un gran desembolso económico porque salvo las raquetas, el resto de indumentaria y material (bastones, botas, etc.) solemos tenerlo. Eso sí, si alguien se anima a comprar unas buenas raquetas, el presupuesto estará por encima de los 100€.

Sus orígenes se remontan incluso a la Prehistoria, cuando los habitantes del altiplano asiático, empujados por la necesidad y el ingenio, utilizaban pieles y trozos de madera para no hundirse en terrenos nevados. Hoy en día, el uso doméstico ha sido superado con creces por el deportivo, actividad que se ha convertido en una de las estrellas de la temporada invernal.

Qué placer escuchar el crujir de la nieve al caminar, a veces como si el manto nivoso envolviera nuestros pasos. Otras, como si rompiéramos una frágil capa de cristal. Y qué afortunados somos que las raquetas nos abran de par en par el mágico entorno montañoso teñido de blanco.

Nos gustaría que descubrieras este entorno con nosotros. Pronto, os propondremos en nuestra web un calendario de actividades con raquetas en la Sierra de Guadarrama (diurnas y nocturnas) y un colofón a la temporada en marzo en un valle excepcional: Benasque, al pie del Aneto, en el corazón del Pirineo Aragonés.

Tus huellas en la nieve solo permanecerán hasta la próxima nevada, pero en tu memoria quedará una huella para siempre. ¿Nos acompañas?